El pasado octubre, sol, buen tiempo, ese tipo de día que te grita “¡sal de casa ya!”. Así que eso hicimos. Ángeles, nuestro hijo mayor (2 años, pura energía), la peque (1 año, exploradora en miniatura) y yo nos lanzamos a La Devesa de la Albufera.
A ver, este sitio… es de los pocos que quedan en la zona donde todavía hay dunas y bosque mediterráneo sin que el hormigón haya ganado la batalla. Y eso te pone a pensar. Lo bonito que es, lo frágil que es. ¿Más gente visitándolo ayudaría a conservarlo o solo lo pondría en más peligro?
Buena pregunta. Sin respuesta clara.
La cosa es que está a un salto de Valencia. Fácil de llegar, perfecto para una mini aventura con niños. Llegamos temprano, aparcamos en el “Mirador de l’Albufera”, al lado del embarcadero de la Gola del Pujol. Desde ahí, pies en camino.
El sendero de madera—fácil, plano, sin trampas—nos llevó entre pinos y dunas hasta el Estany. La peque, emocionada, señalando cada pájaro como si descubriera una nueva especie. El de 2 años, en su carrito, sin quejas. Otras familias con la misma idea, mismo plan.
Había paneles informativos por el camino, de esos que te explican la historia y la fauna. Muy bien, muy educativos. ¿Los leímos?
Con dos niños en modo exploración, adivina.

La ruta que seguimos en Wikiloc.
Cuando llegamos al Estany de Pujol, cruzamos el puente y seguimos por el antiguo Camí Vell de la Devesa. Este camino conectaba Valencia con El Perellonet en su día. Hoy, conecta tus zapatos con toneladas de arena.
Después, desviamos hacia el Itinerario Lúdico (gran nombre para decir “camino con vistas”). Nos llevó al paseo marítimo Francisco Lozano, donde el Mediterráneo nos saludó con una brisa agradable y un poco de sol en la cara. Nuestra hija se tiró a la arena como si fuera la primera vez que la veía en su vida. Ángeles y yo, mientras, sacudiéndonos los zapatos.
Ah, y yo había limpiado el coche ese mismo día…
Perfecto.
Para regresar, tomamos otra vez el Itinerario Paisajístico. Pasamos por la Casa Forestal, la Venta de Bous, con esa brisa marina recordándonos que, por un día, habíamos escapado del ruido de la ciudad.
Ángeles terminó el día con una idea fija: volver en barco. Así que seguro repetiremos, pero esta vez flotando.
Si necesitas un respiro de la ciudad y no te importa volver con algo de arena de souvenir, La Devesa es tu sitio.
Fácil de llegar, bonito de ver, y lo bastante salvaje como para hacerte olvidar, aunque sea por un rato, el asfalto.